domingo, 16 de junio de 2013

El agobio de pensar.

¿Te acuerdas? Estabas justo ahí, tumbado, mirando al techo. Las banderas colgadas de tus paredes, las cortinas, aquellas fotos colgadas del techo, todas bailando bajo el efecto de esa música que emitía el ventilador... pfffffffffffffffffffffffrrrpffffffffffffffrrpfffffffffffffffffffffrr... Un pulso arrítmico e impredecible entre aire que circulaba y aspas viejas que rozaban en una rejilla cada vez más deteriorada por los golpes... No te gustaba esa música, pero hacía calor. Las cortinas que no paraban de moverse hacían que los destellos de luz inquietos animaran aquella habitación.
La mirada fija, los ojos clavados en la nada y por tu cabeza miles de pensamientos corrían de un lado para otro asustados. Las partituras que inundaban tu cama impedían tu libertad... "¡Estás rodeado!", decían... No podías creer que Vivaldi, que tantos años llevaba cadáver, te iba a tener preso con tus pensamientos, será que un artista tan grande nunca morirá.
Tras aquel suspiro de desesperación, soltaste un manotazo cogiendo la primera hoja de papel que llegó a tu mano... Lápiz, goma y papel... "Desarrollo... ¿Desarrollo? ¿Estoy seguro? ¡Cuando narices me voy a enterar! ¡¡La vida del músico no es fácil!! Ritornello... Ritornello... Vuelta a lo mismo... Lo mismo de siempre... ¡Qué harto estoy ya! ¿Por qué firme ese contrato? En mi mente sólo estaba la parte en la que yo volaba entre cuatro cuerdas y unas cuantas cerdas de caballo... Esto no es lo mío... Yo siempre he querido crear... ¿POR QUÉ? ¿Qué problema tiene el crear con el interpretar? ¿Analizar lo que otros hicieron? Será importante... Importante... Simplemente importante... Simplemente... Simple... ¡Simple! ¡QUIERO CREAR! Mierda de hoja... ¡Vete de aquí!" Arrugaste la hoja y la tiraste con todas las fuerzas que podías tener en aquel momento. Tu boca se quejaba con un soplido y tus piernas bailaban como las de un niño pequeño en plena rabieta... La mente ardía con fuerza... Sobrecalentamiento. ¿Qué iba a ser de tu futuro? No puedes con un simple análisis... ¿Cómo vas a poder con cuatro cuerdas de metal? Pensabas, pensabas, pensabas, pensabas, pensabas, pensabas... ¡Sobre calentamiento! Mente en blanco. Tus ojos acababan su jornada, el ventilador comenzaba a soplar con más fuerza, las hojas volaban por la habitación, salían los pentagramas de ellas, te rodeaban... Podían contigo. Supongo que el problema era que no había suficiente verde en aquella habitación, pero esta vez... Perdiste la batalla.